Cuando apretar los dientes se convierte en un hábito tan interiorizado, ni siquiera lo pensamos. Solo se activa automáticamente ante cualquier cosa que nos cause tensión, y nuestra mandíbula reacciona. El caos y el orden son dos caras de la misma moneda, siempre están presentes en nuestras vidas, aunque a veces no seamos conscientes de ello.
¿Qué puedo hacer al respecto?
Hay varias maneras de abordar este problema.
Algunos recomiendan usar férulas para evitar el desgaste de los dientes, pero esto solo resuelve un síntoma y no el problema de fondo.
También existen terapias manuales específicas para alinear la ATM, masajes relajantes, calor, respiración y ejercicios. Como fisioterapeutas, tenemos muchas herramientas para trabajar con el paciente de manera activa o pasiva.
Pero, ¿esto garantiza que dejaré de apretar los dientes?
La respuesta es no.
Es un hábito, y cuando estamos estresados, apretamos los dientes sin darnos cuenta. Como cualquier otro hábito, en su momento nos fue útil, pero ahora nos hace más daño que bien.
Lo mismo pasa con otros hábitos, como fumar o beber. Aunque sabemos que son perjudiciales para nuestra salud, los seguimos repitiendo. Lo importante aquí es el compromiso. Si realmente quieres dejar de apretar los dientes, tienes que ser disciplinado y practicar hasta cambiarlo.
Existen terapias que solo tratan los síntomas, como tomar una pastilla. Otras te recuerdan lo que estás haciendo mal, como si no lo supieras. Pero si quieres solucionar el problema de raíz, necesitas ir a la causa. Y eso requiere tiempo, paciencia y mucha práctica. No hay milagros.
¿Cómo empezar?
Te recomiendo que aprendas a usar tu boca de manera más eficiente, sin apretar demasiado, con suavidad.
Una buena idea es sonreír más a menudo, incluso si no tienes ganas. Verás cómo cambia la sensación en tu boca cuando te ríes. ¿Te parece fácil? Aunque ahora no lo practicas mucho, es un hábito que puede ayudarte mucho.
En cuanto a la ATM, no te preocupes, seguiré compartiendo más sobre este tema. Para empezar, te dejo un vídeo que te puede ayudar a liberar tu mandíbula y cuello, empezando desde los pies. Hazlo cuando quieras, donde quieras, tantas veces como necesites (pero tampoco te excedas). Recuerda que lo importante es la calidad, no la cantidad.
No hay premios ni objetivos que alcanzar, pero el proceso de liberación es lo más valioso.
